miércoles, 24 de junio de 2009

Prioridades en la Sala IV La Nación 24-06-09

EDITORIAL
Prioridades en la Sala IV

Pasan los días y el país no sabe, en concreto, por qué la Sala Constitucional dejó sin efecto la restricción vehicular
Nada en la Ley de la Jurisdicción Constitucional impide a la Sala IV privilegiar la resolución de asuntos de claro interés nacional



Pasan los días y el país no sabe, en concreto, por qué la Sala Constitucional dejó sin efecto la restricción vehicular. La opinión generalizada es la existencia de una supuesta incompatibilidad entre la medida adoptada por la administración de don Abel Pacheco y la libertad de tránsito. Entendida así, la sentencia aparenta una rigidez excesiva, rayana en el capricho. El razonamiento excluiría para siempre la posibilidad de restringir el tránsito vehicular por razones de interés público, como se hace en tantos países del orbe.

Abundan las razones para sospechar que el razonamiento de los magistrados es más profundo y atendible, pero no lo sabremos durante el lapso que transcurra entre la votación del recurso de amparo y la definitiva redacción del voto. Ese lapso es usual en la jurisdicción constitucional costarricense, pero nada impide abreviarlo, en casos prioritarios, en consideración al impacto de la sentencia y sus efectos sobre la vida cotidiana.

Para sospechar que el razonamiento trasciende la sencilla interpretación inicial, basta recordar que la propia Sala rechazó, en el pasado, varios cuestionamientos a la restricción vehicular. También es significativo que la Ministra de Transportes no diera la batalla por perdida, como tendría que hacerlo si se tratara de una medida irreconciliable con la libertad de tránsito. En criterio de doña Karla González, la restricción será posible con base en la nueva ley reguladora de la materia.

Quizá los magistrados hallaron que la malograda medida carece de base legal suficiente para legitimar la restricción de un derecho fundamental, como es la libertad de tránsito. En ese caso, la Sala no estaría excluyendo la posibilidad de poner la restricción en práctica, sino velando por el respeto a la reserva de ley en materia de derechos fundamentales. Un texto legal adecuado, aprobado por el Congreso, solucionaría el inconveniente.

Quizá la Sala considere que la motivación del acto administrativo está viciada por inconsistencia entre su propósito declarado (ahorrar combustible) y los resultados obtenidos o el cambio en las circunstancias. En ese caso, los magistrados habrían examinado la racionalidad y proporcionalidad de la medida en relación con el fin perseguido. Un decreto bien motivado, con claridad de fines y proporcionalidad de medios racionales, resolvería el problema.

Quizá el razonamiento es otro, pero el país no debe estar sometido a un ejercicio de adivinanzas y menos aun al error de las especulaciones iniciales. La incertidumbre no es buena para Costa Rica y tampoco para la Sala IV, blanco de críticas que le atribuyen la autoría del caos vial capitalino.

Las consecuencias de la demora en la publicación del razonamiento son graves, más allá del daño a la imagen institucional de la Sala. En cualquiera de las hipótesis planteadas, y en otras que podríamos imaginar, el razonamiento de los magistrados es un insumo indispensable para corregir las deficiencias.

El Congreso está enfrascado en una carrera contra el tiempo para aprobar la Ley de Tránsito. El momento es propicio para introducir mociones que adecuen el contenido de la ley a las exigencias de la Sala, si fuese necesario. Mientras desconozca las razones de los magistrados, tampoco el Ejecutivo tendrá certeza de los requisitos por contemplar para emitir un nuevo decreto.

Hay casos en que la celeridad es esencial, pero la Sala IV no siempre lo ha comprendido. Si el plazo para la redacción de sentencias no denota una reflexión adecuada sobre las prioridades nacionales, lo mismo puede decirse del orden de votación de los asuntos sometidos a la jurisdicción constitucional.

La terminal granelera de Caldera habría costado $23 millones en el 2005, cuando una acción de inconstitucionalidad y un recurso de amparo interrumpieron su construcción. Dos años después, cuando la Sala declaró sin lugar los recursos, el costo de la obra ascendía a $52 millones. Como resultado, el país paga el precio de carecer de instalaciones apropiadas para la descarga de productos a granel.

Nada en la Ley de la Jurisdicción Constitucional impide a la Sala IV privilegiar la resolución de asuntos de claro interés nacional y mucho menos fijar prioridades para la redacción de las sentencias. Abstenerse de hacerlo es malo para Costa Rica… y también para la Sala.

jueves, 18 de junio de 2009

¡Qué rico el caos vial!

Que no me quiten el caos y la libertad de hacer lo que me da la gana

Alf Giebler
Consultor en Planificación

“—¿ Qui’ubo mae ? ¿Qué te parece la eliminación de la restricción vehicular?

—Idiay, en dos platos, fantástica. Por fin puedo estar nuevamente más horas en el carro para ir al trabajo y para arreglar uno que otro asuntillo. Y qué rico el caos vial. Vieras cómo disfruto volver a tener tiempo para oír aquel programilla de radio y la música de mis discos. Por eso no entiendo a la gente amargada, alzando brazos, pegándole con ambas manos a la manivela, exclamando –creo reconocer– palabrotas al viento.

—Ah, y el vacilón es cuando se forman tres carriles donde solo hay dos y donde se hace un presón en las intersecciones y, por largos ratos, no pasa nada. Qué lindo es volver a oír los conciertos de pitos, inhalar ese humo tan puro cuando no nos movemos y regresar más cansadillo a la casa.

—¡Qué salvada lo del salacuartazo !, ¿verdá?

—¡Claro! Aquí se pasaron. Y sobre todo hay que estarle agradecidísimo al chavalo que interpuso el recurso de amparo. Porque esta restricción definitivamente violentaba la libertad de tránsito y eliminaba el caos que tanto quiero. Es más, sería genial si este abogado interpusiera otro recurso para eliminar las señales de alto, los semáforos y las restricciones de velocidad, porque vieras que ahí sí siento en paleta que me privan de mi libertad de tránsito.

—Bueno, y ahora no hay restricciones para ir al trabajo.

—Exacto. Qué pereza esa de pensar cómo llegar al trabajo o cómo jugársela de otra manera el día de la restricción para la placa de mi carro. Hay gente que dice que querer es poder. Pero yo no quería pensar en ese montón de babosadas: buses, taxis, familiares, amigos, carpools , trabajo en casa, etc. Es más rico montarse en el carro y disfrutar el caos. Qué dicha que tenemos un chorro de gente que no piensa en el prójimo, en la colaboración y la disciplina vial y que no quiso apuntarse a que diariamente borremos de las calles un 20% de carros. Finalmente, logramos lo que tanto merecemos: el caos vial. Es más, si hay algún problema, el Gobierno es el que tiene que resolverlo, sin ayuda nuestra. ¿Qué es esa carajada de estarnos pidiendo nuestra participación?

—¿20%? Pero si es un montón.

—Eso es lo que dicen. Hace pocos días hubo hasta un economista que escribió un artículo en Opinión de La Nación que ni mencionó cifra alguna. Ya ves qué fregado debe ser calcular eso: terminaciones de placas en 10 cifras diferentes y 2 no pueden circular un día entre lunes y viernes. Por eso le reclamaba al Gobierno el hecho de que no nos decía cuánto se estaba ahorrando en combustible y en cuánto se reducía la contaminación ambiental. Y alegaba que por esto se debe eliminar la restricción. ¡Qué feliz y orgulloso debe estar ahora este hombre!

—Mirá, ¿y qué tal si al Gobierno se le ocurre otra idea para restringir el acceso vehicular?

—¡Ojalá que no! Que no me quiten el caos y la libertad de hacer lo que me da la gana, sobre todo con mi carrito. ¿Qué me importa el resto de la gente? Es más, aquí entre nos, odio el cambio. Bueno, mae , te dejo. Tengo que cruzar la ciudad y, ya sabés, necesito al menos media horita más que antes. ¡Qué rico!”

Estimada ministra de Transportes, Sra. Karla González: si se formase un nuevo foro para discutir el tema del problema vial en las calles urbanas e interurbanas como base para la toma de decisiones, le ofrezco, con toda sinceridad y respeto, mi humilde y honesta colaboración.

miércoles, 17 de junio de 2009

Sin huevos no hay paraíso

Sin huevos no hay paraíso
Escrito por Dr. Mauro Fernández Sandí
Martes 12 de Mayo de 2009 19:16


En los hogares, en los medios, en las aulas y en la calle, dejamos de enseñar que solo en la lucha tenaz de fecunda labor que enrojece del hombre la faz, se consigue y se mantiene el eterno prestigio, estima y honor.

Hace unos meses, nos vimos sorprendidos por el nombre de una novela. Sin tetas no hay paraíso, sorprendió porque era probablemente la primera vez que se daba tal permisividad lingüística, pero también, porque en cierta forma, revela la nueva ideología emergente en la sociedad occidental.
Las diferentes civilizaciones han logrado surgir y sobrevivir gracias al esfuerzo y el trabajo de sus patricios, quienes hicieron de la austeridad y la abnegación su norte y con ello lograron el esplendor de las diferentes culturas. Hombres con espíritu de acero que doblaron las inclemencias de la selva. Hombres con espíritus indomables que nunca le dijeron no al trabajo. Hombres con espíritus tenaces que se reían con sus hechos de los imposibles.

Esos son los hombres que hay en nuestro pasado y esos son los hombres que configuraron la Costa Rica que hoy disfrutamos. Fueron ellos los que idearon la educación gratuita para todos, fueron ellos los que conceptualizaron los servicios médicos de cobertura universal, fueron ellos los que idearon una sociedad sin armas, fueron ellos los que pusieron un teléfono público en cada pueblo y luego un teléfono en cada casa, fueron ellos los que llevaron agua potable y luz eléctrica a todas las comunidades. Sí, fueron ellos los que nos legaron ese paraíso.

Luego, en nuestra sociedad, las cosas fueron cambiando. Las nuevas generaciones surgieron alérgicas al sudor. El trabajo dejó de ser un aliado, los labriegos y sencillos se fueron haciendo cada vez menos y surgió un nuevo perfil de persona: una que ostenta, que trabaja poco, que consume mucho y que no tiene agallas.

Hoy nos preguntamos qué pasó con ese paraíso que era nuestro país. No podemos entender por qué hay tanto asalto, por qué la droga está carcomiendo a nuestra población desde la más temprana edad. No sabemos por qué hoy, desde el seno del hogar, brota la violencia; por qué este país, que era un paraíso, se convirtió en lugar inseguro para el individuo honesto.

No hay duda que el principal motivo de este infierno que vivimos, es la pérdida del sentido de consecución. Hemos perdido lo que nos caracterizó por años, hemos perdido lo que nos permitió fortalecernos como nación. El luchar por la vida, el ganarse el pan con el sudor de la frente, dejó de ser una consigna nacional.

Hoy, grandes rubros de nuestra población andan tras la vida fácil. Muchos de nuestros ricos dejaron de ser honestos e inteligentes y muchos de nuestros pobres dejaron de ser trabajadores. Y aquella gran clase media, se concentró en sobrevivir con el menor esfuerzo posible.

En nuestras aulas es vergonzoso ser un verde, la excelencia dejó de ser la meta. Hoy la idea es pasar raspando y si no, no importa, se repite. La educación no nos la regalaron. Nuestro sistema educativo le costó alma , vida y corazón a nuestros próceres. Muchos pueblos todavía hoy, luchan por tener un sistema como el nuestro y, sin embargo, buena parte de nuestro estudiantado ve en el estudio una fastidiosa faena que los aleja de la fiesta y el vacilón. Las casuísticas nacionales revelan que entre uno y dos de cada tres estudiantes no termina la secundaria, que el 30% de los jóvenes no estudia ni trabaja, es decir, son mantenidos que han hecho de la vagancia su forma de vida.

El ahorro y el ser comedido están a punto de extinguirse. Porcentajes importantes de los ingresos familiares se van en modas y conciertos, en carros y en iPods, en celulares y en pantallas de plasma. Y no se crea que éste mal solo carcome a las clases altas. Hasta en hogares humildes y en precarios, se observan estas vanidades. Hoy, muchos de los subsidios gubernamentales al estudiantado, se gastan en celulares a vista y paciencia de unos padres siempre complacientes.

Entre las víctimas de esta pérdida de identidad, se cuentan también el Niñito Dios y San Nicolás. Antes traían caballitos de palo, carros ganaderos y muñecas de vestir. Hoy llenan a nuestros niños con juguetes de marcas por los que cobran una fortuna.

Nuestros centros universitarios son una paradoja. Unos, rodeados de bares donde sucumbe con facilidad el estudiantado y otros, parecen centros comerciales con food courts repletos de grasa. Todo en nombre de la libertad. Muchos de nuestros estudiantes hoy son amamantados con cerveza y se terminan de criar con un trago en cada mano, porque cuanto evento juvenil se programa, es patrocinado rápida y generosamente por la industria del licor.

De alguna manera, la educación dejó de ser una herramienta y se convirtió en un simple requisito. Dejó de formar y se conformó con enseñar. De alguna manera, la educación perdió su esencia, la que tan bien definiera Rodrigo Facio, si no trasforma no es educación. Hoy abundan los profesionales que simplemente son mal educados, que, como decían nuestros abuelos, pasaron por las universidades pero las universidades parece que no pasaron por ellos, porque se comportan como patanes y engreídos.

El ejercicio, cuando se hace, suele hacerse para lucirse y no por salud. El aspecto se volvió tan importante, que miles de quinceañeras piden suplicantes como regalo de cumpleaños unas prótesis de siliconas. Bajo la nueva ideología imperante, ya no es necesario que una mujer estudie, ya no es necesario que una mujer aprenda una destreza o un oficio. Si es bonita y pechugona, se le abren un sinfín de puertas. Y aunque no cabe duda que eso es cierto, también lo es que las puertas que se les suelen abrir son las del abuso, la explotación y el maltrato.

Nos volvimos consumistas. Andamos con tenis que cuestan medio salario base, con colonias de precios extravagantes y lucimos las marcas con el fin de buscar aprobación y estima, sin darnos cuenta que eso simplemente produce relaciones vacías e insulsas.

No se crea que el paraíso que siempre fue nuestro país y que era ejemplo en el mundo, se desgasta por generación espontánea. Precisamente lo estamos perdiendo por importar estilos de vida que son decadentes y corruptos, que desdichadamente afloran en los medios, llámense televisión, radio, Internet o revistas.

Hoy, la televisión enseña los valores de la desidia y el desdén, con personajes que se mofan de su ignorancia y de la presteza con la que viven el absurdo de la abundancia mal habida. Internet está repleto de sitios que contaminan nuestras pantallas con material sexual y llenan la cabeza de nuestros jóvenes con errados y peligrosos esquemas sexuales.

Por eso, entre el catorce y el veinte por ciento de los niños que nos trae la cigüeña, son de madres adolescentes. Por eso, solo el año pasado tuvimos cerca de ochenta escolares embarazadas. Por eso, los adolescentes son los que más padecen de enfermedades venéreas. Por eso y por mucho más, es que este país se está quedando sin cultura, sin juventud y sin deporte.
Cerca de la mitad de los costarricenses padece de obesidad. Nos volvimos echados, somos sedentarios, tenemos tiempo para todo pero no para nuestro cuerpo. No velamos por la salud, no podemos quitarle a la televisión, al 'happy hour' y al dos por uno un poco del montón de tiempo que le dedicamos, para destinarlo al ejercicio, para ir a correr tan siquiera cincuenta minutos diarios.

Por eso, por esa falta de fuerza de voluntad, nos estamos muriendo de infartos, derrames cerebrales, cáncer, descompensaciones diabéticas. Porque en el nombre de una vida fácil, hemos descuidado el mayor tesoro: la salud. Hoy los salubristas nos hablan de niños obesos, de jóvenes obesos, de adultos obesos y de ancianos obesos, porque es el país como un todo el que está cayendo hincado ante la grasa y el sedentarismo.
Ya nuestros niños no corren, no juegan quedó ni escondido , no levantan un papalote, ni se llenan de tierra, ni suben a los palos. Hoy, desde pequeños están encerrados de siete a tres en el kínder de la esquina y, al llegar a la casa, solamente ven televisión y juegan play station. Perdimos el contacto con la naturaleza. Muchos niños no conocen cómo se ordeña una vaca, cómo se apea una naranja, cómo es un palo de jocote, cómo se coge café. Muchos de nuestros niños no conocen esa Costa Rica .

En los hogares, en los medios, en las aulas y en la calle, dejamos de enseñar que solo en la lucha tenaz de fecunda labor que enrojece del hombre la faz, se consigue y se mantiene el eterno prestigio, estima y honor, que conquistaron aquellos labriegos y sencillos. Hoy, se dejó de enseñar que sin huevos no hay paraíso.

martes, 16 de junio de 2009

Caminatas por diversos parajes nacionales

http://www.mountaintours.co.cr/

Bienvenidos a Mountain Tours
Gracias por visitarnos, esperamos que este sitio electrónico sea su primer paso de tantas caminatas que compartiremos, hay mucho en común entre los caminantes que nos acompañan y nuestro equipo de trabajo pero más que el deseo de andar senderos, ascender cumbres y cruzar selvas, compartimos el espíritu aventurero del montañista, buscamos al igual que usted algo diferente: deporte, aventura y senderismo pero sobre todo ser parte de ese pequeño grupo de personas ávidas de descubrir la naturaleza y ser un expedicionario al que lo identifica ese sentimiento de volver a la esencia natural del ser humano.
Dirección:
Cartago, Costa Rica

Teléfono: (506) 8864-2518
Fax: (506) 2572-0811
Email: info@mountaintours.co.cr

Do Not Give Up

I do not give up,
I never give up,
For there is nothing
In this entire world
That is irrevocably unchangeable.

O my aspiration-heart,
Where are you?
Have you forgotten
God's own transcendental Motto:
"Never give up"?
Therefore, never give up on me,
Never give up on yourself,
And specially
Never give up on my stupid mind,
For it needs God-illumination
With your and my help.

My Supreme, my Supreme, my Supreme!
I shall never give up,
I shall never give up!
I must continue,
I must continue!
I know my Goal is ahead,
And I am destined to reach my Goal.
My Supreme, my Supreme, my Supreme!

Never give up, never give up!
Even if you lose your way
A great many times,
You must realise that your destination
Is sleeplessly expecting your arrival.

God's philosophy
Is simpler than the simplest:
"Never give up, never give up!"

God's Motto:
Never give up,
Never give up!
Man's motto:
Alas, I do not know
When I should start!

Never give up,
Never give up
Your self-transcendence
And God-satisfaction-goal!

My mind's teeming defects
Are unending.
Yet I shall never give up
My life's perfection-dream.

God is never tired of
Giving the same message
Over and over again to humanity:
Never give up!

Sri Chinmoy