jueves, 18 de junio de 2009

¡Qué rico el caos vial!

Que no me quiten el caos y la libertad de hacer lo que me da la gana

Alf Giebler
Consultor en Planificación

“—¿ Qui’ubo mae ? ¿Qué te parece la eliminación de la restricción vehicular?

—Idiay, en dos platos, fantástica. Por fin puedo estar nuevamente más horas en el carro para ir al trabajo y para arreglar uno que otro asuntillo. Y qué rico el caos vial. Vieras cómo disfruto volver a tener tiempo para oír aquel programilla de radio y la música de mis discos. Por eso no entiendo a la gente amargada, alzando brazos, pegándole con ambas manos a la manivela, exclamando –creo reconocer– palabrotas al viento.

—Ah, y el vacilón es cuando se forman tres carriles donde solo hay dos y donde se hace un presón en las intersecciones y, por largos ratos, no pasa nada. Qué lindo es volver a oír los conciertos de pitos, inhalar ese humo tan puro cuando no nos movemos y regresar más cansadillo a la casa.

—¡Qué salvada lo del salacuartazo !, ¿verdá?

—¡Claro! Aquí se pasaron. Y sobre todo hay que estarle agradecidísimo al chavalo que interpuso el recurso de amparo. Porque esta restricción definitivamente violentaba la libertad de tránsito y eliminaba el caos que tanto quiero. Es más, sería genial si este abogado interpusiera otro recurso para eliminar las señales de alto, los semáforos y las restricciones de velocidad, porque vieras que ahí sí siento en paleta que me privan de mi libertad de tránsito.

—Bueno, y ahora no hay restricciones para ir al trabajo.

—Exacto. Qué pereza esa de pensar cómo llegar al trabajo o cómo jugársela de otra manera el día de la restricción para la placa de mi carro. Hay gente que dice que querer es poder. Pero yo no quería pensar en ese montón de babosadas: buses, taxis, familiares, amigos, carpools , trabajo en casa, etc. Es más rico montarse en el carro y disfrutar el caos. Qué dicha que tenemos un chorro de gente que no piensa en el prójimo, en la colaboración y la disciplina vial y que no quiso apuntarse a que diariamente borremos de las calles un 20% de carros. Finalmente, logramos lo que tanto merecemos: el caos vial. Es más, si hay algún problema, el Gobierno es el que tiene que resolverlo, sin ayuda nuestra. ¿Qué es esa carajada de estarnos pidiendo nuestra participación?

—¿20%? Pero si es un montón.

—Eso es lo que dicen. Hace pocos días hubo hasta un economista que escribió un artículo en Opinión de La Nación que ni mencionó cifra alguna. Ya ves qué fregado debe ser calcular eso: terminaciones de placas en 10 cifras diferentes y 2 no pueden circular un día entre lunes y viernes. Por eso le reclamaba al Gobierno el hecho de que no nos decía cuánto se estaba ahorrando en combustible y en cuánto se reducía la contaminación ambiental. Y alegaba que por esto se debe eliminar la restricción. ¡Qué feliz y orgulloso debe estar ahora este hombre!

—Mirá, ¿y qué tal si al Gobierno se le ocurre otra idea para restringir el acceso vehicular?

—¡Ojalá que no! Que no me quiten el caos y la libertad de hacer lo que me da la gana, sobre todo con mi carrito. ¿Qué me importa el resto de la gente? Es más, aquí entre nos, odio el cambio. Bueno, mae , te dejo. Tengo que cruzar la ciudad y, ya sabés, necesito al menos media horita más que antes. ¡Qué rico!”

Estimada ministra de Transportes, Sra. Karla González: si se formase un nuevo foro para discutir el tema del problema vial en las calles urbanas e interurbanas como base para la toma de decisiones, le ofrezco, con toda sinceridad y respeto, mi humilde y honesta colaboración.

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