martes, 7 de julio de 2009

En Guardia La Nación 07-07-09 Jorge Guardia

La Organización de Estados Americanos (OEA) se anotó una nueva victoria pírrica. Es la segunda vez que falla, pero por distintas razones. Tampoco ha dado muestras de flexibilidad.

En el caso de Cuba, revocó su resolución adoptada décadas atrás cuando la expulsó de la OEA, pensando que volvería, solícita, a tocar agradecida sus puertas . Pero olvidó un gran detalle: Cuba no es una democracia. El grupo ALBA, dominante en la OEA, onduras.Hondu estuvo dispuesto a admitirla sin condiciones a pesar de que Castro llegó al poder por una insurrección armada y nunca permitió elecciones. Pero los gringos lo pararon. Exigieron democracia. Y Castro respondió que no le interesaba estar en mala compañía.

Ante Honduras mostró la inflexibilidad que no exhibió ante Cuba. Le dio el exiguo plazo para restituir a Zelaya sin ninguna condición, e instó a los países a romper relaciones. El secretario general, José Miguel Insulza, asumió una posición todavía más tajante, intransigente e insulsa. Llegó a Honduras a notificar, no a negociar. Ni siquiera escuchó a Micheletti. No le interesaba comprender las razones del golpe ni buscar una salida pacífica e inteligente a un conflicto que daña al pueblo hondureño (le resbala). Tampoco escuchó a la Iglesia. Su compromiso con el grupo ALBA en la OEA brota por sus poros.

El presidente depuesto, José Manuel Zelaya, también se anotó una victoria pírrica. Logró el apoyo de la OEA y la ONU y lo cacareó, envanecido, urbi et orbe , asegurando que volvería, triunfante, a Honduras a asumir el Gobierno y la comandancia en jefe del Ejército. Soñaba seguir adelante con sus planes de reformar la Constitución para continuar en el poder. Pero ni siquiera pudo aterrizar. Le habían advertido de una orden de captura en su contra y, sin embargo, insistía en volver. Yo no lo podía creer. ¿Será que, en el fondo, deseaba convertirse en un héroe encarcelado?

No me sorprende. Sabe que su posición está muy comprometida. La Fiscalía presentó 18 cargos en su contra, a los que ya les dieron curso. Lo acusan de traición a la patria (la Constitución tipifica como delito convocar una constituyente), usurpación de poderes y corrupción, entre otras cosas, y sabe bien que esculcarán todos sus actos para condenarlo. Tiene a la Corte y la Fiscalía en contra. Sabe también que las acciones judiciales en su contra seguirán su curso y eventualmente lo condenarán, ya sea que esté dentro del país o fuera de él. No tiene escapatoria. Ante los ojos del mundo preferirá guardar prisión por razones políticas que por delito común, como corrupción agravada. Ahora entiendo por qué estaba dispuesto a inmolarse.

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