lunes, 17 de enero de 2011

Debate internacional sobre política fiscal

El tema fiscal es, de nuevo, una de las principales preocupaciones económicas en el mundo. Costa Rica, al igual que los demás países en desarrollo, sufrirá los efectos económicos del inusual faltante fiscal de los Estados Unidos. Si los políticos americanos actúan ahora, y a profundidad, habrá consecuencias favorables (y algunas desfavorables) para todo el mundo; si no, o si postergan la solución indebidamente, quizás serán peores. En cualquiera de las hipótesis nuestro país deberá estar preparado para poder reaccionar a tiempo.

El déficit fiscal y la deuda pública acumulada del Gobierno Federal americano explotaron de manera alarmante como consecuencia de la crisis económica mundial. El faltante asciende a un 9% del producto interno bruto (PIB) y la deuda pública subió de un 37% del PIB en 2007 a un 67% en 2010. Si no se implementan medidas para corregir ambas situaciones, tanto el déficit como la deuda podrían seguir creciendo exponencialmente. Según proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la deuda acumulada del Gobierno Federal podría alcanzar el 95% del PIB al final de esta década. Evidentemente algo tienen que hacer, y pronto. Una forma de contribuir a restablecer el balance sería imponer un impuesto sobre el valor agregado (IVA) de carácter general, y mayores gravámenes a los combustibles, aspectos no han sido aún considerados.

El incremento de los gastos durante los años 2009 y 2010 para ayudar a los sectores y empresas afectados por la recesión es uno de los factores que usualmente se cita para explicar el desbalance. Pero, curiosamente, fueron la caída de la producción y la débil reactivación los factores que más pesaron en la expansión de la brecha fiscal. En Costa Rica, en cambio, la recaudación no se vio tan disminuida por la ralentización de la producción, sino, más bien, por el incremento en los gastos recurrentes (planillas), por lo que la política fiscal tendrá que poner más atención al gasto de lo que hasta el momento se ha hecho. En los Estados Unidos, la situación se agrava porque existe una estrecha correlación entre crecimiento e ingresos fiscales, y las perspectivas de recuperación en los próximos años son modestas. Ellos están obligados a adoptar una serie de medidas que repercutirán en los países como el nuestro.

La política fiscal expansiva en EE. UU. ha tenido que jugar un papel más activo, dada la limitación de la política monetaria, con tasas de interés negativas en términos reales. Bajar aún más las tasas de interés no contribuiría, según los analistas, a incrementar el gasto y la inversión. Por tanto, la demanda agregada deberá continuar siendo estimulada por el gasto público, a pesar del déficit fiscal. Pero esa expansión tiene su límite. Si el desbalance continúa, las tasas de interés de los títulos gubernamentales tenderán a crecer para reflejar el riesgo de una eventual crisis, y afectarán el costo del financiamiento bancario para el resto del mundo. Con financiamiento más caro, desde luego, las posibilidades de recuperación de nuestros países a largo plazo será más difícil. A corto plazo, en cambio, un aumento de impuestos afectaría directamente la producción mundial, pero alejaría el espectro de una nueva crisis fiscal y favorecería la inversión y el crecimiento futuros.

Al igual que aquí, y en muchos otros países, la política fiscal en los EE. UU. despierta grandes discusiones. Los senadores y congresistas republicanos, por ejemplo, insisten en reducir abruptamente el gasto antes que imponer nuevos gravámenes a los contribuyentes; los demócratas, en cambio, pretenden elevar los gravámenes individuales y empresariales, sobre todo los que recaen sobre los contribuyentes de mayores ingresos. Crecimiento vs. equidad suscitan apasionados debates. El compromiso logrado por el presidente Barak Obama para extender por un período de tiempo más los recortes tributarios decretados durante la administración de George Bush (Sr.) muestra la intensidad de la controversia. Los republicanos también insisten en abolir su reforma de salud, considerada muy intervencionista y deficitaria.

En algunos países europeos, como Inglaterra, Irlanda, Grecia y España, los recortes fiscales pesaron más que los incrementos de impuestos, y los servidores públicos sufrieron no solo recortes salariales, sino un congelamiento de la planilla. En Costa Rica podemos esperar una discusión de similar intensidad. El ministro de Hacienda, Fernando Herrero, aseguró recientemente que habrá un congelamiento de la planilla –lo cual es un paso en la dirección correcta tal y como habíamos sugerido en un editorial anterior–, pero no se pronunció sobre los salarios reales de la burocracia estatal.

En todo caso, los recortes fiscales y, quizás, cierre de programas si fuese necesario, tendrán que ser más profundos para justificar un incremento de impuestos. Como mencionó la presidenta de la República, Laura Chinchilla, la discusión fiscal ocupará una gran parte de la agenda nacional este año. Todos debemos contribuir a lograr los mejores resultados.

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