martes, 18 de enero de 2011

Resistencia de la industria turística

Editorial La Nación 18-01-11

La industria turística costarricense es un ejemplo de resistencia y adaptación. No somos un destino particularmente barato y tampoco ofrecemos idóneas condiciones de infraestructura, especialmente en materia de carreteras. Aun así, la crisis económica mundial causó un daño limitado y el número de visitantes aumentó ligeramente en el 2010, por encima de las cifras del 2008, el mejor año hasta entonces.

Los 9.000 visitantes adicionales del 2010 no compensan la reducción del tiempo de estadía y la baja en el gasto promedio, pero testimonian el atractivo del país y los aciertos de las políticas seguidas en el curso de los años. En promedio, los turistas llegados en el 2008 gastaron $1.112 y permanecieron en el país durante 11,4 días. El año pasado, el gasto se redujo a $954 y la estadía a 9,8 días.

La diferencia solo puede ser atribuida a la reducción del presupuesto de los visitantes, un 60% de ellos estadounidenses. La oferta nacional de servicios turísticos no tiene culpa y el sector tiene motivos para congratularse por el logro en la atracción de visitantes, aunque no implique un aumento de ingresos. Eso no es consuelo para los empresarios menos afortunados, muchos de los cuales se han visto en apuros, pero es un buen augurio para los años venideros. Superada la crisis, Costa Rica estará preparada para cosechar, una vez más, todo lo sembrado en los últimos 25 años.

El país, sin embargo, no debe confiar los destinos de tan importante fuente de ingresos a la buena ventura económica de las naciones donde residen los turistas. La industria merece apoyo, no solo para superar la disminución de los ingresos habida en los últimos dos años, sino para aumentar su competitividad frente a otros destinos, algunos ubicados en nuestras cercanías, con nuevas y dinámicas políticas de atracción de visitantes.

La mejora de nuestra competitividad es un proyecto nacional, con efectos benéficos para toda la población, incluida la no directamente relacionada con el turismo. La seguridad pública y la infraestructura vial son dos áreas necesitadas de atención privilegiada.

Amén de la disminución de los ingresos monetarios totales, los hoteleros se quejan de un exceso de oferta producto del alquiler de condominios y apartamentos, facilitado por la gran expansión de la industria de la construcción en años previos a la crisis y por la eficacia de la comunicación mediante Internet. Hoy en día, cualquier propietario puede anunciar internacionalmente su oferta sin incurrir en gastos.

Recuperadas las economías de los países de origen de nuestros visitantes, sabremos hasta dónde la oferta existente es excesiva. La competencia de los apartamentos y condominios no puede ser reprimida y su presencia también implica beneficios para el país. La industria de la construcción es una importante generadora de empleo, hoy reprimida, y los ingresos percibidos por muchos propietarios, a fin de cuentas, permanecen en el país, sin contar los beneficios generados para otros proveedores de bienes y servicios requeridos por el turismo.

Sin embargo, no hay razón para desatender las quejas de los hoteleros, en particular el señalamiento de la omisión del pago de impuestos por parte de sus competidores informales. Pese al aumento en el número de visitantes, los hoteles funcionaron el año pasado con una ocupación del 50,62%, muy por debajo del 54,13% del 2009 y el 57,95% del 2008, según datos de la Cámara Nacional de Turismo (Canatur), conformada por más de 300 afiliados en todo el país.

Hay, pues, tareas pendientes para asegurar la recuperación de un sector que ha demostrado, en un momento de crisis, su capacidad de resistencia y su vocación de apuntalar la economía nacional, aun en los momentos menos favorables. Quienes tuvieron la visión de desarrollar el turismo en Costa Rica deben darse por satisfechos. Quienes hoy están a la cabeza del sector, deben redoblar esfuerzos para incrementar el legado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario